Qué es el burnout y cuáles son sus consecuencias

Quemar, quemarse o dejar de arder por falta de combustible.

por Christian Rodriguez Palacios



El burnout o síndrome de burnout se relaciona con un exceso de trabajo que produce padecimiento subjetivo. Como condición psicológica se trata de un estado mental persistente, severo, negativo y relacionado al trabajo.

El término inglés “burnout” puede traducirse al español como “quemar”, “quemarse” o “dejar de arder por falta de combustible”. El uso del término dentro del campo de la salud se remonta a Freudenberger (1974) quien es considerado el padre fundador del síndrome de burnout. Por aquellos tiempos, este psiquiatra estadounidense atendía en una clínica de adicción a las drogas. Allí observó el estado de agotamiento, falta de compromiso y motivación que gradualmente experimentaban los voluntarios que trabajan en aquella clínica. Describió ese estado con el nombre de “burnout”, término que ya era utilizado en el ámbito de las adicciones para referirse a los efectos del abuso crónico de sustancias.

Freudenberger (1974) se refirió al burnout como “el estado de agotamiento físico y emocional resultante de las condiciones de trabajo" (p. 160). Notó que las personas comprometidas y entregadas a su trabajo eran las más propensas a desarrollar burnout, dado que trabajaban mucho, con mayor intensidad y durante más tiempo. Según este autor el fenómeno incluía, además de síntomas de agotamiento, la tendencia a negar las propias necesidades, el estar comprometido y abocado a una causa, el trabajar mucho y muy intensamente, el presionarse a sí mismo y el estar presionado por personal administrativo agobiado y por el hecho de tener que dar mucho a clientes necesitados (Freudenberger, 1974).

Dos años más tarde, Christina Maslach (1976), una psicóloga e investigadora psicosocial, estudiaba las estrategias utilizadas por trabajadores en el área de servicios humanos para afrontar las emociones en el trabajo. Entrevistando a practicantes supo que frecuentemente estos experimentaban un estado de agotamiento emocional, percepciones y sentimientos negativos hacia sus pacientes al que se referían con el nombre de “burnout”.

A la utilización informal del término en los ámbitos laborales puede encontrársele antecedentes, por ejemplo una novela escrita por Greenes casi diez años antes, “Un caso de burnout”. En su obra el autor relata la historia de un arquitecto que desilusionado y con el alma atormentada deja su trabajo para irse a vivir a la jungla africana. Incluso pueden encontrarse escritos anteriores al año 1960 en los que se describen fenómenos con características similares como la fatiga extrema y la pérdida del idealismo y la pasión por el trabajo.

Tras años de investigación Maslach y Jackson (1986) definieron el burnout como un síndrome que pueden padecer los trabajadores de servicios humanos y que se caracteriza por tres dimensiones principales: agotamiento emocional, despersonalización y disminución de la realización personal. Dada la definición que proponen estos autores, la consideración que hacen del burnout es la de un estado severo que se manifiesta al final del desarrollo de un proceso de desgaste crónico y como fruto de este.

Como metáfora de la pérdida o drenaje de la energía, el burnout describe el agotamiento de los empleados como una fogata que no puede continuar ardiendo bien a menos que se vayan reponiendo los recursos que se van consumiendo (Schaufeli, Leiter & Maslach, 2009).

El burnout corresponde a la fase de agotamiento del Síndrome General de Adaptación teorizado por Seyle (1967). Esta última fase, posterior a las fases de alarma y resistencia, es consecuencia de la exposición prolongada al estrés. Los recursos fisiológicos son agotados y daños irreversibles son causados al organismo (Leiter & Maslach, 2000).

Los síntomas del burnout son principalmente psicológicos, aunque no es raro que estén acompañados de síntomas físicos. Las manifestaciones del burnout son variadas. Se clasifican en cinco categorías principales (Schaufeli & Buunk, 2003):

  • Manifestaciones afectivas: entre ellas se destaca el estado de ánimo depresivo secundario al agotamiento de los recursos emocionales del sujeto. Se observa irritabilidad, ansiedad, hostilidad. La tolerancia a la frustración decrece y la persona se muestra hipersensible.
  • Manifestaciones cognitivas: incluyen el deterioro de funciones como la memoria y la atención. El pensamiento puede mostrarse rígido y esquemático. La percepción de los clientes o pacientes se caracteriza por su negativismo, pesimismo y su falta de empatía. El sujeto culpa a los demás y los cosifica como forma de protegerse y distanciarse psicológicamente.
  • Manifestaciones físicas: aunque son pocos los estudios que han investigado la relación entre indicadores de salud y burnout, se han encontrado correlaciones positivas entre el burnout y las enfermedades coronarias, la gripe, los resfríos y las quejas somáticas. No obstante son muchos los estudios que han establecido relaciones entre el estrés y determinadas enfermedades físicas y síntomas físicos, como por ejemplo la hipertensión, el dolor de cabeza, los problemas cardiovasculares y gastrointestinales, los trastornos del sueño, etc. Es lógico que estas relaciones se hagan extensivas al burnout teniendo en cuenta que este es una reacción de estrés acumulativa a estresores ocupacionales constantes.
  • Manifestaciones comportamentales: las más importantes son el ausentismo, los cambios de empleo y la disminución del desempeño. Las autoevaluaciones de desempeño correlacionan muy débilmente con el burnout.
  • Manifestaciones motivacionales: consisten en una pérdida de la motivación, del entusiasmo y el afán, con el desarrollo de sentimientos de desilusión, decepción y resignación. El sujeto se aísla física y mentalmente de los demás perdiendo el compromiso y el interés genuino en las personas a las que brinda sus servicios.

En Argentina, los medios de comunicación han hecho de conocimiento público el estrés crónico al que están expuestos los médicos que trabajan en los hospitales del país. Pese a ser un problema serio de salud pública, el burnout no es considerado una enfermedad laboral y es por este motivo que no se la diagnostica ni se la previene como se debería. A lo sumo se diagnostica estrés, se indica reposo unos días tras lo cual el individuo retorna a su trabajo para insertarse nuevamente en la misma situación de estrés crónico patológico.

Bibliografía:

Rodriguez Palacios, Ch. (2012). Trabajo de Tesis: “Burnout en médicos residentes de pediatría de los Hospitales Italiano de Buenos Aires y Pedro de Elizalde (ex Casa Cuna)”. Buenos Aires. Universidad Argentina John F. Kennedy.

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